Debunking Sustainable Pace con el Dr. Jeff Sutherland y JJ Sutherland
En el siempre cambiante panorama de las metodologías ágiles, el término "ritmo sostenible" ha sido relegado a menudo al reino de las palabras de moda: mal entendido, mal aplicado y, a veces, incluso mal utilizado como excusa para la mediocridad. Quiero reivindicar y redefinir el ritmo sostenible, elevándolo de un mero concepto a una potente herramienta en el arsenal de los equipos y organizaciones ágiles.
En una reunión celebrada en Snowbird (Utah, EE.UU.) en 2001, un grupo de expertos en desarrollo de software se reunió para encontrar un lenguaje común para sus procesos ligeros. Se acordó el término "Agile", inspirado en un libro sobre 100 empresas de hardware lean que habían formado un consorcio Agile.
Durante una pausa de apenas 10 minutos para tomar café, ocho personas se quedaron en el albergue para redactar los cuatro valores fundamentales del Manifiesto Ágil. Cuando los 9 restantes regresaron de las pistas de esquí, los valores les parecieron tan convincentes que los aceptaron sin modificaciones. El resto del día se dedicó a redactar los 12 principios rectores. Uno de ellos era la idea del ritmo sostenible.
La militarización de los principios ágiles y la interpretación errónea del ritmo sostenible
A lo largo de los años, la comunidad Agile ha distorsionado estos principios. Conceptos como la autoorganización se convirtieron en armas para significar "haz lo que quieras", lo que llevó a una falta de alineación y responsabilidad. Esta interpretación errónea fue tan desenfrenada que hubo que revisar la Guía Scrum. El término "autoorganización" se cambió por "autogestión" para corregir este malentendido. Del mismo modo, "Servant Leadership" se reformuló a "A Leader Who Serves" porque Scrum Masters, operando como "oficinistas", estaban facilitando el fracaso de 58% de los equipos ágiles. Dado el mal uso actual de "ritmo sostenible", es evidente que se necesita urgentemente otra actualización de la Guía Scrum.
El concepto de "ritmo sostenible" se ha malinterpretado gravemente. Originalmente pensado para garantizar la productividad y la innovación a largo plazo, ahora se utiliza como escudo contra la rendición de cuentas. Este mal uso ha contribuido a la elevada tasa de fracaso de los equipos "ágiles sólo de nombre". En vista de ello, se justifica un nuevo examen y una posible revisión del "ritmo sostenible" en la Guía Scrum para evitar que se utilice como arma contra el rendimiento.
Basándonos en el modelo del cerebro de energía libre de Frison, una gran previsibilidad y menos sorpresas liberan energía para la innovación. El ritmo sostenible no consiste en ir despacio, sino en mantener un ritmo que permita la innovación continua sin agotamiento. Los directivos que presionan a los equipos para que terminen demasiado agotan la energía cerebral, lo que imposibilita la innovación.
La necesidad de un reinicio
Es hora de reclamar la verdadera esencia de Agile, que se alinea con los principios de los sistemas adaptativos complejos. El empoderamiento debe ganarse y mantenerse a través del rendimiento, y el "ritmo sostenible" nunca debe ser una excusa para no ofrecer resultados. La Guía Scrum, como documento vivo, debe adaptarse una vez más para aclarar estos conceptos críticos.
A principios de la década de 2000, el Manifiesto Ágil surgió como un manual de vuelo para navegar por los cielos turbulentos del desarrollo de software. Elaborado por visionarios que habían logrado multiplicar por 10 el rendimiento mediante Scrum y XP, el manifiesto era una destilación de su sabiduría colectiva. Entre sus principios rectores estaba el "ritmo sostenible", un concepto arraigado en la comprensión de que el alto rendimiento es un maratón, no un sprint.
En el mundo de la aviación, los aviones de combate son maravillas de la ingeniería, diseñados para la agilidad y la velocidad. Sin embargo, son intrínsecamente inestables y requieren constantes ajustes para mantener el rumbo. Esto refleja el viaje de los hiperproductivos equipos Scrum, que también operan en un entorno intrínsecamente inestable, realizando continuas correcciones de rumbo para mantener su trayectoria.
La teoría de Frison: La aerodinámica del cerebro
La teoría de Frison postula que la evolución del cerebro está ligada a la previsibilidad y a minimizar las sorpresas. Los pilotos de caza aprovechan este rasgo humano innato para mantener el control en medio de las turbulencias. Del mismo modo, los equipos hiperproductivos utilizan métricas como la velocidad y los diagramas de consumo regresivo para lograr un alto nivel de previsibilidad, minimizando así las sorpresas y maximizando el rendimiento.
El patrón "Los equipos que terminan pronto aceleran más rápido" se basa en el uso de múltiples patrones de apoyo para lograr un ritmo sostenible en el que el equipo predice con exactitud lo que puede hacer, de modo que pueda entregar antes los resultados previstos. Así se evita el coste de no cumplir las expectativas, que genera un derroche de energía para arreglar una situación rota. Esa energía se utiliza para la mejora continua, la innovación y la aceleración del equipo.
Ritmo sostenible: el impulso de los resultados a largo plazo
La intención original de incluir el "ritmo sostenible" en el Manifiesto Ágil era garantizar que los equipos pudieran mantener un rendimiento 10 veces superior sin agotarse, algo parecido a cómo un piloto de caza gestiona la energía para mantener vuelos largos. No se trata de ir más despacio, sino de calibrar la velocidad para garantizar que se puede llegar hasta el final. Un ritmo sostenible, en este contexto, significa una gran previsibilidad, un mínimo de sorpresas y una innovación constante.
Al igual que los aviones de combate requieren un delicado equilibrio de velocidad, agilidad y control para surcar los cielos, los equipos hiperproductivos necesitan un equilibrio similar para navegar por el complejo panorama del desarrollo de productos. Ambas entidades se guían por los mismos principios: maximizar la previsibilidad, minimizar las sorpresas y realizar ajustes constantes para mantener el rumbo. Esta es la esencia del ritmo sostenible, un principio que, cuando se entiende y se aplica correctamente, puede impulsar a los equipos a nuevas cotas de rendimiento e innovación.
La ruta de vuelo hacia adelante: Recuperar el verdadero norte de Agile
Mientras seguimos explorando el panorama ágil, recordemos que la intención original del Manifiesto Ágil era proporcionar un marco para la excelencia sostenida. Es hora de recuperar esa intención, guiados por las lecciones que podemos aprender de la aerodinámica de los aviones de combate y la neurociencia de la teoría de Frison. El ritmo sostenido no es un compromiso; es un compromiso con la excelencia, un compromiso con ser ágiles en el sentido más auténtico de la palabra.
El término "ritmo sostenible" se ha utilizado mal y se ha malinterpretado, sirviendo a menudo de excusa cómoda para justificar un rendimiento insuficiente. Es hora de recuperar su intención original como arma para la trascendencia. Los primeros equipos de Scrum y XP no utilizaron este principio para justificar la mediocridad, sino para impulsar su camino hacia un rendimiento 10 veces superior.
La frontera final: Transcendence
Utilizando el ritmo sostenible como herramienta de trascendencia, las organizaciones pueden liberarse de los grilletes de la mediocridad y elevarse a nuevas alturas. No se trata de una quimera, sino de una realidad tangible para quienes estén dispuestos a adoptar los principios y prácticas que han demostrado su eficacia.
No nos conformemos con la mediocridad cuando tenemos las herramientas y los conocimientos para alcanzar la grandeza.